Reflexión No.9

Reflexión No.9

ESTAMOS CAMINANDO POR LA CUARESMA:
ABRAMOS NUESTRO CORAZÓN A JESÚS QUE NOS HABLA E INVITA A SEGUIRLE
Reflexiones para vivir con esperanza
Una espiritualidad de sencillez
33. La humildad está en el centro de la espiritualidad marista que nos viene de Marcelino y los primeros hermanos. Esta virtud se manifiesta en una actitud de sencillez, especialmente en el modo de relacionarnos con Dios y con los demás. Nos empeñamos en ser personas íntegras, sinceras, abiertas y transparentes en nuestras relaciones.
34. Esta actitud brota de la experiencia de Marcelino y los primeros hermanos. El entorno formativo de Marcelino era el de una familia afectuosa en una aldea rural. De su madre (María Teresa Chirat*) aprendió a confiar en la Providencia de Dios; de su tía (Luisa Champagnat*) aprendió el abandono filial en los brazos de este Dios. De su padre (Juan Bautista Champagnat*) aprendió la sinceridad y la honradez. A través de los gozos y luchas de la vida aprendió a ser humilde y confiado. Consciente de sus limitaciones, las experimentó continuamente como una gracia cuando se abandonaba confiadamente a la voluntad de Dios. La primera generación de hermanos se componía de jóvenes procedentes de entornos parecidos al de Marcelino. Todas estas circunstancias providenciales generaron una espiritualidad sin complicaciones, con los pies en la tierra. 39
35. Los jóvenes se sienten intuitivamente atraídos por esta espiritualidad sencilla. Las imágenes de Dios que les ofrecemos, y el lenguaje, experiencias y símbolos que utilizamos, son accesibles y tocan el corazón. Cuanto más arraigadas están nuestra evangelización y catequesis en esta espiritualidad marista, más se acrecienta su eficacia.
36. Esta espiritualidad de sencillez, modela la vida entera de los discípulos de Marcelino. Con humildad, tratamos de conocernos, con nuestras fuerzas y debilidades, y aceptamos gustosamente la ayuda que necesitamos. Nos sentimos en paz con nosotros mismos tal como Dios nos ha hecho.
Evangelio del domingo
Lectura del santo evangelio según san Lucas (13,1-9):
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: “Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?” Pero el viñador contestó: “Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas”.»
Palabra del Señor
Para la reflexión
Piensa en tu vida de familia, en el trabajo, con los amigos, ¿qué situaciones o cosas me hacen sentirme esclavo? ¿De qué creo que me tendría que liberar? Sabiendo que tengo el apoyo de Jesús, ¿qué pasos concretos tendría que dar para alcanzar la liberación? No te hagas más que un propósito o dos, pero ¡cúmplelos!
Jesús nos invita a:
Estar cada día atentos para ver que elementos de nuestra vida tenemos que cambiar en el proceso para sentirnos más unidos a Jesús que nos quiere libres, alegres

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