Reflexión Febrero 4

Reflexión Febrero 4

Todo el que tenga sed, que venga a mí y beba

A través de esta espiritualidad marista fueron descubriendo, cada vez más profundamente, la presencia de Dios en medio de ellos y aprendieron a confiar en la Providencia. Juntos cultivaron la sed de Jesús y el deseo de seguirle al estilo de María. Desarrollaron el amor a María como medio seguro de centrar sus corazones en Jesús. Se animaban unos a otros para ayudar a los necesitados.

Como María cuando se puso en marcha con presteza hacia la región de las colinas, salían cada semana a los caseríos de los alrededores para dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar. Se preocupaban por los niños pobres y los acogían en su casa.

Este modo de vivir el evangelio era un reflejo del carácter, los valores y la espiritualidad de su guía, Marcelino Champagnat. Su espiritualidad estaba profundamente influenciada por su propia personalidad. Sus primeros discípulos recordaban con afecto al Marcelino que habían conocido: abierto, sincero, decidido, valiente, entusiasta, constante y ecuánime. Su vida entera era el testimonio de una persona que tendía a lo práctico, un hombre activo y lleno de humildad. Esto le capacitaba para extraer de diversas fuentes una espiritualidad sencilla y realista.

Evangelio para la semana

Lectura del santo evangelio según san Lucas (4,21-30):

En aquel tiempo, Jesús comenzó a decir en la sinagoga: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír». Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es este el hijo de José?». Pero Jesús les dijo: «Sin duda me diréis aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”, haz también aquí, en tu pueblo, lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún». Y añadió: «En verdad os digo que ningún profeta es aceptado en su pueblo.

Puedo aseguraros que en Israel había muchas viudas en los días de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías sino a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo, sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, el sirio». Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo y lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y seguía su camino.

Palabra del Señor

JESÚS NOS INVITA A:

Ser profetas que anuncien la buena noticia del Reino de Dios. Un Reino de amor, justicia y paz para la humanidad.

Jesús es un profeta. Pero no es de esos a lo que estamos acostumbrados. Es muy diferente. No hace ruido. No entra en nuestra vida con grandes gritos ni aspavientos. Apenas unas palabras sencillas. En el Evangelio, continuación del domingo pasado, hace una de las homilías más breves de la

historia. No hace más que recoger lo que ha leído en un texto del profeta Isaías y decir que todo eso se ha cumplido ya. Era un texto que hablaba de liberación para los oprimidos, de consolación para los afligidos, de salud para los enfermos, de libertad para todos. Era el anuncio de la buena nueva de Dios para todos.

Ése es el centro del mensaje del profeta Jesús. Como se ve, no contiene amenazas sino una invitación a vivir en el amor. No habla de un futuro tenebroso sino de un presente lleno de luz y de sentido. En el amor descubrimos la presencia de Dios cerca de nosotros. En el amor se nos hace transparente que los que nos rodean son nuestros hermanos y hermanas, aunque a veces nos parezca que actúan como si no lo fueran. En el amor, la vida se nos hace más vivible y somos más felices. Jesús invita a cambiar de vida. Nosotros somos hoy a la vez oyentes del mensaje de Jesús y portavoces para el mundo. Con nuestra vida demostraremos que vivir el amor abre un futuro mejor para la humanidad y para el mundo.

Para la reflexión: ¿Somos los cristianos profetas en nuestra sociedad? ¿Cuál es el contenido de nuestra profecía? ¿Qué mensaje ofrecemos con nuestra vida y acciones?

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